Las críticas a la gestión del gobierno del presidente Sebastián Piñera desde el exterior siguen siendo noticia. Si a inicios de semana fue la revista conservadora National Review la que analizó detalladamente un virtual “fracaso” de su administración, esta vez es la reputada publicación británica The Economist la que dedica una editorial al mandatario. Y no es halagadora. A continuación, su traducción íntegra realizada por BioBioChile.
En una calle de El Bosque, una de las comunas pobres de Santiago, Dina Contreras sirve porotos con riendas desde una gran olla. Un sujeto toma lo suficiente como para llevarle a una familia de cuatro, enfermos en casa con covid-19. Contreras y seis ayudantes entregan 250 comidas gratis al día, y pan fresco día por medio para tomar “once”. Vecinos, tiendas, puestos de la feria semanal y Epes, una fundación de beneficencia, proveen la comida.
Ollas comunes como esta aparecieron en Chile desde que la pandemia atacó en marzo. La última vez que se las vio fue durante la recesión de comienzos de los 80, cuando Augusto Pinochet, un dictador, gobernaba el país. Apoyado en las políticas a favor del libre mercado que Pinochet implementó, la economía creció rápidamente luego de que él se fue, en 1990, aunque en el último tiempo su ritmo se redujo.
Le dieron un gran rol al sector privado en la administración de las pensiones, la educación y el cuidado de la salud. La pobreza en Chile cayó de un 45% a mediados de los 80 hasta 8,6% en 2017, de acuerdo a un estudio socioeconómico bianual del gobierno. En la era post Pinochet, Chile se ganó la reputación de tener un manejo económico sólido, niveles relativamente bajos de corrupción, e instituciones estables.
Pero incluso antes de la covid-19, su reputación comenzó a verse afectada. Las pensiones que los chilenos ahorran para su vejez, resultaron ser más bajas de lo que muchos esperaban cuando el sistema fue implementado en 1980. Los chilenos ricos obtienen muchos mejores servicios de salud y educación que los pobres. En octubre comenzaron a surgir protestas masivas y en ocasiones violentas en contra de la desigualdad, que sólo se disolvieron tras la llegada de la pandemia.
Las manifestaciones forzaron a Sebastián Piñera, su presidente de centro-derecha, a prometer mayor inversión social y un plebiscito fechado para octubre, sobre si debería volver a escribirse la Constitución, que está basada en la que Pinochet le dejó al país. “Existe un consenso en que el país necesita entregar más servicios públicos y de mejor calidad”, dice Rodrigo Vergara, expresidente del Banco Central. La pandemia, y la intervención del gobierno que esta provocó, puede que aceleren una evolución hacia una democracia social a la que ya estaba encaminada.